domingo, 9 de octubre de 2011

Festival Máscara, un año más.

Por cuarto año consecutivo, la ciudad del Drago ha acogido la celebración del Festival de Teatro Máscara durante unas jornadas que no pasan de una semana y que, no obstante, están ocupadas por compañías tanto profesionales como amateurs, como no podía ser menos si tenemos en cuenta que el grupo que organiza dicho Festival es Sol y Sombra, grupo de amigos aficionados al teatro que hemos dedicado muchos años a divertirnos en escena sin mayor pretensión que la de conocernos y compartir ciertas inquietudes (aún cuando esas inquietudes nunca sean las mismas). El caso es que la fiesta del teatro ha llegado a Icod desde este viernes pasado, desde que el profesor y compañero Jose Antonio Ramos Arteaga pronunciara la conferencia inaugural de las jornadas, y se diera paso al montaje de la compañía Reymala "Noche de bufones" con el que han comenzado esta nueva temporada teatral y que ya llevaron al Teatro Leal de la Laguna el 30 de septiembre.

En lo que concierne a la ponencia del profesor, ninguna noticia más amarga pudo sucederme esa noche, pues por un error de mi parte, Pepe Ramos Arteaga había comprendido que se trataba de una conferencia ad hoc, para lo cual se había preparado una exposición de textos de teatro aficionado en la zona noroeste de la isla de Tenerife, en la que sucintamente hablaba de todas las manifestaciones de este tipo de representaciones tan importantes en la historiografía teatral. Al final tuvo que reducir toda aquella información en una breve explicación de media hora, por más que su ponencia estaba pensada para hora y cuarto con  sus textos respectivos y lecturas correspondientes. Por suerte, la acostumbrada amabilidad y comprensión de Pepe me hicieron sentir menos culpable, prometiéndome que volvería de nuevo a Icod para explicar con todo tipo de detalles los puntos de su conferencia. Agradezco desde aquí una vez más la presencia en nuestro festival de Ramos Arteaga por su inagotable conocimiento, su entrega y su respeto por el arte dramático, su interés por el hecho popular y su lucha por acabar con la marginación que ha sufrido el teatro aficionado, resaltando la importancia de un arte desinteresado, sano y espontáneo como es el teatro amateur.

Como componente de Noche de bufones, montaje con el que la compañía Reymala fue invitada para abrir el Festival puedo garantizarles que ha sido la actuación más serena y compacta que hemos tenido. Me da la sensación de que hemos empezado a disfrutar de verdad con la obra, con los personajes, con las situaciones. Señal inequívoca de esta intuición es el caluroso aplauso con el que el público acogió nuestra propuesta, así como las constantes muestras de complicidad, de admiración, de alegría con que nos acompañaron los icodenses en una noche de cementerio. Con la grata sensación de haber arrancado con fuerza, empezaba nuestro Máscara un año más.

La segunda jornada de Máscara empezaba ayer con un pasacalle organizado por el grupo de teatro Sol y Sombra, escrito –mal escrito- por un servidor, sobre la historia del teatro: una ruta callejera que iba mostrando la evolución del arte dramático desde los orígenes tribales hasta las vanguardias y la negación del arte, pasando por el teatro griego, el barroco y el drama romántico. Me gustó que los compañeros del grupo de teatro compartieran escena con los niños de la Escuela infantil y juvenil Sol y Sombra, recreando entre todos el desarrollo histórico del arte que defendemos. A todo esto hay que sumar la banda de dixieland que acompañó la ruta, y que tenía entre otros músicos a mi querido y preferidísimo Juan Carlos León “Mosco”. Me gustó ver la cara de la gente asistiendo casi por casualidad a aquellos paseos en las orillas de las aceras, con expresiones de sorpresa, de alegría, de desconfianza. Me gustó ver que sencillamente aquel disparate motivaba algún sentimiento, por pobre que fuera.

La actuación de la noche del segundo día corría a cargo de la compañía Platónica Teatro, con un texto de Paloma Pedrero titulado Una estrella. No conocía la dramaturgia de Pedrero, aunque me causaba tanta curiosidad como descubrir la interpretación por la que José Manuel Segado, actor del montaje, se llevó el premio Réplica de teatro de este año por el papel que interpreta en la obra, junto a Bibiana Monje y Antonio Conejo. Me sorprendió positivamente la gran interpretación de Segado tanto como me decepcionó la historia de la obra: muchacha de vida compleja, ludópata, que escribe, que bebe café, estupenda, burguesonísima y un poco pedante que busca padre perdido en la soledad de un bar, donde suena de cuando en cuando una rocola con música al más puro estilo americano. Vamos, una buena antología de clichés, tópicos y recursos anodinos y superficiales que conforman una obra del todo increíble, frente a la que los actores tuvieron que hacer frente en todo momento para buscar sentido ante tanto disparate y tanta cita sentenciosa. Aún así, me gustó la interpretación de Segado, bastante serena y natural, lo que ayuda a convertir todo aquello en algo bastante más digno de lo que en una lectura podría parecerme. Por su parte, Bibiana Monje hizo lo mejor que pudo su papel y aún mucho más de lo que se le podría pedir, pero ni es su patrón de personajes, ni ese personaje es patrón de nada interesante hoy en día en escena. Al montaje general se le sumó una insidiosa música de fiesta privada de una casa próxima que inundó el patio del Convento de San Francisco, robando para más inri la intimidad que requería la obra. Esta desagradable molestia sirvió –eso sí– para confirmar la necesidad que tenemos en Icod de los Vinos de un espacio habilitado para representaciones escénicas, sin depender de los antojos atmosféricos ni de los fiestorros sabatinos. No puedo esconder la vergüenza que sentí al ver a los compañeros en escena sufriendo por culpa de aquel concierto ajeno, intentando luchar contra el despiste, el ritmo de la obra, el interés del público, la cultura toda y el respeto de quienes imponen sus fiestas por encima de la tranquilidad de los demás.


Esta noche, la Escuela Juvenil de Teatro Sol y Sombra llevará a escena “Sueño de una noche de verano” de Shakespeare, dirigida por Antonio Fumero, profesor de los alumnos. Esperemos que el humilde trabajo de estos años en nuestra escuelita (gracias a la cual más de cien niños han gozado ya del arte de Talía) salga a relucir esta noche en el esplendor de un texto tan hermoso como intenso. Ya les contaré.

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